sábado, 25 de junio de 2011

¿ES POSIBLE CONFIAR EN ALGUIEN?

A lo largo de nuestras vidas tenemos un sinnúmero de experiencias que unidas a nuestra formación van modelando nuestra conducta o comportamiento, que definen las actitudes que tenemos ante las diferentes situaciones que nos tocan enfrentar.

Es sumamente común escuchar a familiares, amigos y conocidos, quejarse de lo doloroso que ha resultado en su vida el ser decepcionado por alguien en quien depositó su confianza y que por algún motivo le ha defraudado. Esta realidad pareciera ir endureciendo nuestros corazones, lo cual podría ser considerado como una reacción natural que busca protegernos de una nueva herida.

Hoy en día es común mirar a muchos con desconfianza, evidentemente subyace en esto el temor a ser heridos y adicionalmente existe un hecho cultural que favorece esta conducta, y es que como decimos popularmente “queremos ser más vivos que los demás”. Lo cierto es que la desconfianza en los hermanos, puede llevarnos a desconfiar del amor y la bondad de Dios, por no tener referentes que nos hagan pensar que confiar vale la pena.

La confianza es la seguridad o esperanza firme que alguien tiene en otro individuo, es por lo tanto un valor fundamental en todas las relaciones, y muy especialmente en nuestra vida de fe.  No podemos de ninguna forma separar la confianza de la fe, pues la una no es posible sin la otra.

En las Sagradas Escrituras encontramos una gran diversidad de pasajes que nos invitan a confiar en Dios, pues en Él nunca seremos defraudados. Dios es amor (1Juan 4,8) y el amor verdadero nunca defrauda,  es digno de confianza pues por sus obras le podemos reconocer. De manera explícita Jesús nos invita a confiar plenamente en Dios, cuando nos dice: “Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?” (Mt. 6, 26).

Entonces ¿qué podemos hacer? En primer lugar aprender a confiar en Dios y veremos maravillas en nuestra vida cotidiana, Jesús le dijo a Sor Faustina: “Las gracias de mi Misericordia se toman con un solo recipiente y éste es la confianza” también le dijo: “Si tu confianza es grande, mi generosidad no tendrá límites”. Y en segundo lugar, aprender a perdonar a nuestros hermanos por las veces que nos han defraudado pues seguramente nosotros, quizás sin quererlo, también hemos defraudado a alguien. Sólo así podremos comenzar un camino de sanación interior y crecimiento en la fe, y haremos posible la vivencia del mandamiento de amor.

¡Vive Su misericordia, construyamos fraternidad!

@enticonfio2012  

1 comentario:

  1. Confiar en la Misericordia de Nuestro Señor Jesucristo en cualquier circunstancia y a cualquier costo es garantía de serenidad. Con serenidad podemos negarnos a nosotros mismos, abrazar nuestra cruz y seguir a Cristo Divino.
    Dios bendiga este blog y a todos los "bloggeros" que lo visitan.
    Desde Rochester, NY
    Jose Luis Maldonado Matheus

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