A lo largo de la historia Dios ha demostrado que desea que nosotros cooperemos con Él para llevar a cabo su plan salvador hacia todos los hombres. Un ejemplo excepcional de esto es una humilde religiosa polaca, nacida en el año 1905 como la tercera hija entre diez hermanos de una pobre y sencilla familia de campesina, quien recibió el nombre de Elena en la pila bautismal.
Desde muy pequeña sintió el llamado a consagrar su vida a Dios, se destacó por su piedad, servicio, obediencia, sensibilidad ante la pobreza humana y confianza en Dios. Sus padres fueron los primeros en sembrar en sus hijos la semilla de la fe, con enseñanzas continuas sobre las sagradas escrituras y vida de los santos, y con su ejemplo de vida en la vivencia de la fe.
La pequeña Elena solo logró completar tres años de su educación debido a la guerra, y ante la negativa de sus padres de ingresar a un convento, trabajó como empleada doméstica en casa de varias familias, e intentó ahogar en su alma el deseo de consagrarse, pero ante una visión de Jesús sufriente, tomó la firme decisión de ingresar a un convento, y luego de intentarlo en varios, fue admitida en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia.
Recibió el nombre de Sor María Faustina y sirvió en los oficios más sencillos. Nadie podía imaginar que una mujer tan sencilla, encerraba una extraordinaria vida interior, pues toda su vida se concentró en caminar con constancia a la unión plena con Dios.
Tuvo repetidas apariciones de Jesús, de la Santísima Virgen y algunos santos, recibiendo la encomienda de Jesús de llevar al mundo su Misericordia “…para que des a conocer a las almas la gran Misericordia que tengo con ellas, y que las invites a confiar en el abismo de mi Misericordia” (Diario. 1567). Le fueron reveladas las nuevas formas de culto a la Misericordia, entre ellas el rezo de la coronilla, la hora de la misericordia, la imagen y la fiesta. Muere a los 33 años y durante el jubileo del año 2000, el Papa Juan Pablo II la canoniza, decretando la Fiesta de la Misericordia según el pedido de Jesús, el segundo domingo de pascua.
Pidamos por la intercesión de la Secretaria de la Misericordia, que también nosotros seamos dóciles al llamado de Dios, y que en medio de nuestras labores cotidianas podamos vivir en la continua búsqueda de la unión íntima con Él.
¡Vive Su misericordia, construyamos fraternidad!
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