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Los testimonios que hemos
recibido han sido muchos y variados, desde la súplica amorosa de una madre que
ruega para que su hijo consiga trabajo,
hasta curaciones instantáneas que
podrían considerarse milagrosas. Sin
embargo este año ha sucedido algo que ha llamado poderosamente nuestra
atención, y es que pareciera que esta gran fiesta ha sido un medio eficaz para
comenzar a construir el deseo de Jesús: “Como tú, oh Padre,
estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que
el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17,21).
La masiva
participación del pueblo cristiano en esta manifestación de fe, es sin lugar a
dudas un signo evidente de esperanza, pues en esta caminata multicolor llena de
alegría y gozo, pudimos observar la participación de niños, jóvenes, adultos,
ancianos, enfermos, autoridades civiles, cuerpos de seguridad, clero, e incluso
hermanos de otras confesiones de fe distintas a la católica.
Al observar esta hermosa
realidad, cabe la pena preguntarse: ¿quién es capaz de lograr algo tan
maravilloso como esto? La respuesta es muy sencilla, sólo Dios puede congregar
a su pueblo produciendo los frutos que esta gran fiesta ha producido.
No deja de impresionarnos el
hecho de que a pesar de ser una celebración multitudinaria, todos hayamos
podido experimentar el gozo verdadero que surge del encuentro íntimo y personal
con Jesús, de hecho me atrevo a afirmar sin temor a equivocarme que al igual
que los apóstoles que fueron llamados uno a uno por su nombre, quienes vivimos
esta experiencia de comunión fuimos también invitados por el mismo Jesús para
encontrarnos con su Misericordia en este día glorioso.
La comunión fraterna es un fruto
que sólo puede producir el Espíritu de Dios, y me atrevo a afirmar que el gran
milagro del Domingo de la Misericordia no fue la masiva participación del
pueblo, sino los lazos de hermandad y fraternidad que lograron tejerse en ese
día. Caminamos como el pueblo de Dios, sin distinción de condición social,
preferencia política o confesiones de fe.
Que Jesús no concede la gracia de
ser un pueblo fiel a su amor y vivir la comunión fraterna para que podamos ser
testigos de su resurrección.
¡Vive su Misericordia,
construyamos fraternidad!
@enticonfio2012
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