sábado, 28 de abril de 2012

TESTIGOS DE LA MISERICORDIA


Dentro de los parámetros que solemos emplear para medir el éxito de un evento o una acción, solemos tomar en cuenta factores cuantitativos que puedan expresar la magnitud del mismo.  Si usamos estos criterios para medir el éxito de la pasada Fiesta de la Misericordia, podríamos concluir que la misma fue un rotundo éxito.
Sin embargo es importante que tomemos en cuenta que hay factores que son mucho más importantes y significativos que la concurrencia masiva de fieles, sin dejar de dar el justo valor que ésta tiene. En el evangelio Jesús nos dice que “cada árbol se conoce por su fruto” (Lucas 6,44) lo que nos invita a medir el éxito de esta fiesta por el fruto producido por la misma.
Indudablemente hasta nosotros han llegado un sinfín de testimonios de muy buenos frutos, como el hecho de que personas con mas de 20 años sin confesarse se acercaron a ese sacramento en ese día, renovación y fortalecimiento de la fe en personas alejadas de la iglesia, familias reconciliadas y unidas en torno al amor misericordioso de Jesús, acción de gracias por haber conseguido un trabajo, por la concepción de un hijo en parejas infértiles y hasta la curación milagrosa de personas que se encontraban desahuciadas por la medicina, y eso es un indicativo de que ésta es una obra de Dios. No puedo dejar de mencionar las palabras que en una ocasión me dijo mi director espiritual: “Los dones y carismas que Dios brinda a las personas son para edificar y servir a la Iglesia, que es el pueblo de Dios”.
Por estos motivos quisiera invitarles el día de hoy a seguir profundizando en la vivencia de la misericordia divina en la vida cotidiana. No hay que olvidar que es necesario que exista coherencia de vida entre lo que profesamos como fe y nuestro diario proceder. Si eres devoto de Jesús de la misericordia, es necesario que profundizando en el amor misericordioso de Dios, aprendas a ser misericordioso y que tu vida cotidiana, a pesar de tus debilidades y defectos, sea reflejo de la obra que Dios interiormente ha hecho en ti.
Nunca faltan quienes ataquen las obras de Dios, ante ello lo importante no es irritarse o molestarse, sino demostrar con obras que ésta vivencia es auténtica, y no para agradar a los hombres que nos pueden criticar o perseguir, sino para agradar a nuestro Padre de Misericordia.

¡Vive Su misericordia, construyamos fraternidad!

@enticonfio2012

lunes, 23 de abril de 2012

LA MISERICORDIA Y LA COMUNION FRATERNA


La extraordinaria experiencia que tuvimos el domingo de la Misericordia, permanece en nuestros corazones como una fuente abundante de alegría, gozo y fraternidad. Sin lugar a dudas nuestra ciudad quedó positivamente desconcertada, al contemplar una multitud como nunca antes vista, caminar en torno a nuestro único Señor, Jesús que nos brinda y ofrece su Misericordia, llevándonos al encuentro con Dios Padre de Misericordia.
Los testimonios que hemos recibido han sido muchos y variados, desde la súplica amorosa de una madre que ruega para que  su hijo consiga trabajo, hasta  curaciones instantáneas que podrían considerarse milagrosas.  Sin embargo este año ha sucedido algo que ha llamado poderosamente nuestra atención, y es que pareciera que esta gran fiesta ha sido un medio eficaz para comenzar a construir el deseo de Jesús: “Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17,21).
La masiva participación del pueblo cristiano en esta manifestación de fe, es sin lugar a dudas un signo evidente de esperanza, pues en esta caminata multicolor llena de alegría y gozo, pudimos observar la participación de niños, jóvenes, adultos, ancianos, enfermos, autoridades civiles, cuerpos de seguridad, clero, e incluso hermanos de otras confesiones de fe distintas a la católica.
Al observar esta hermosa realidad, cabe la pena preguntarse: ¿quién es capaz de lograr algo tan maravilloso como esto? La respuesta es muy sencilla, sólo Dios puede congregar a su pueblo produciendo los frutos que esta gran fiesta ha producido.
No deja de impresionarnos el hecho de que a pesar de ser una celebración multitudinaria, todos hayamos podido experimentar el gozo verdadero que surge del encuentro íntimo y personal con Jesús, de hecho me atrevo a afirmar sin temor a equivocarme que al igual que los apóstoles que fueron llamados uno a uno por su nombre, quienes vivimos esta experiencia de comunión fuimos también invitados por el mismo Jesús para encontrarnos con su Misericordia en este día glorioso.
La comunión fraterna es un fruto que sólo puede producir el Espíritu de Dios, y me atrevo a afirmar que el gran milagro del Domingo de la Misericordia no fue la masiva participación del pueblo, sino los lazos de hermandad y fraternidad que lograron tejerse en ese día. Caminamos como el pueblo de Dios, sin distinción de condición social, preferencia política o confesiones de fe.
Que Jesús no concede la gracia de ser un pueblo fiel a su amor y vivir la comunión fraterna para que podamos ser testigos de su resurrección.
¡Vive su Misericordia, construyamos fraternidad!
@enticonfio2012

viernes, 6 de abril de 2012

LA MANIFESTACION DE LA MISERICORDIA


A través de la historia de la humanidad, encontramos hechos que parecieran repetirse en las diferentes sociedades y culturas.  La lucha del hombre por la libertad pareciera ser una constante,  la cual se encuentra íntimamente unida a la búsqueda de la satisfacción de sus necesidades más elementales, y a su realización como ser humano.
A pesar de esta realidad histórica, resulta paradójico que viviendo una lucha continua por la libertad, el hombre suele hacerse esclavo de situaciones de pecado que terminan sofocando su alma y sumiéndolo en una terrible pérdida de la paz y la libertad interior.
Es por ello que el sacrificio de Jesús en la Cruz tiene un mérito y valor infinito, pues es precisamente el precio que pagó por rescatarnos de la esclavitud del pecado y con ello abrir las puertas del paraíso para todos sus hermanos, lo cual constituye la mayor demostración de amor de Dios por nosotros, “nadie tiene amor mas grande, que el que da la vida por sus amigos” Juan 15, 13.
Hemos vivido la semana santa, luego de una preparación de cuarenta días, a través de los cuales la Iglesia nos invitó a meditar y enrumbar nuestras vidas a la consecución del plan que Dios tiene para cada uno de nosotros, el cual evidentemente redunda en nuestra verdadera libertad y felicidad.
Jesús dijo a Santa Faustina “En cada alma cumplo la obra de la misericordia, y cuanto mas grande es el pecador, tanto mas grande es el derecho que tiene a mi misericordia” (Diario 723).  Esta frase expresa de manera contundente la grandeza del amor de Dios por nosotros, pues Él conoce bien nuestro pecado, pero conoce mejor aún nuestra interioridad y las razones que nos llevaron a caer en cualquier pecado, por grave que sea.  El pecado es contrario al plan de Dios, pero el pecador es el objeto de ese plan, es por ello que nuestra esperanza debe ser firme y nuestra confianza sólida, pues como dice el apóstol “¿quién nos separará del amor de Dios?” (Romanos 8,35).
Queridos hermanos, muchas veces sufrimos una dolorosa soledad por no sentirnos amados, y este dolor se hace más profundo al sentirnos pecadores e indignos de ser amados.  En esta Pacua te invito a dirigir tu atención a ese amor misericordioso de nuestro Padre, que desea mostrarnos con insistencia cuan preciados somos para Él, abre tu corazón al su amor y permítele sanar tus heridas por los méritos de su pasión, muerte y resurrección.
Alégrate, pues Jesús ha resucitado y quiere decirte con suma ternura que te ama tal cual eres. Nos vemos el próximo domingo, para celebrar la Gran Fiesta de la Misericordia.
 ¡Vive su Misericordia, construyamos fraternidad!
@enticonfio2012