sábado, 13 de agosto de 2011

LA RECONCILIACION CON DIOS

Tradicionalmente al hablar de reconciliación, lo definimos como un proceso en el cual dos o más personas buscan la manera de superar sus diferencias, con el fin de poder restablecer las relaciones, pero al hablar de la reconciliación con Dios nos encontramos ante una realidad totalmente diferente.

Quien decide alejarse de Dios es el hombre, haciendo uso de su libre albedrío, pero en cambio Dios nunca se aleja de nosotros, pues se mantiene siempre fiel a su promesa “tú serás mi pueblo, y yo seré tu Dios”.   Hace algunos años quedé sorprendido cuando en un retiro espiritual me dijeron que en el proceso de sanación interior, todos necesitamos perdonar a Dios.

Pero ¿qué he de perdonarle a aquel que me ama de manera plena, que me ha creado y que vela continuamente por mí?  Definitivamente la experiencia que podamos tener de Dios cada uno de nosotros es diferente, aunque iguales en su esencia, distintas en sus formas. Así pues en muchos casos tendemos a culpar a Dios de las cosas malas que nos ocurren en la vida, y he visto con mucha tristeza a personas que tienen un profundo resentimiento contra Dios, quedando prácticamente solos ante las turbulencias y vicisitudes de la vida cotidiana.

También es común ver como al reconocernos pecadores, nos sentimos indignos del amor de Dios y por tanto, viviendo en el pecado decidimos alejarnos de Él, llegando incluso a creer que no podrá perdonarnos.

Ante estas dos situaciones es importante saber que nuestras percepciones no son siempre fieles a la realidad, es decir, podemos pensar que las cosas son de una forma sin que éstas sean necesariamente así.  Dios Padre de Misericordia está siempre atento a nuestras necesidades, permanece fiel a su promesa y nunca se aleja de nosotros aunque decidamos darle la espalda.

Lo único que hace falta para comenzar el proceso de reconciliación con Dios, es que abriendo nuestros corazones nos decidamos a ello. El salmista expresa “un corazón contrito y arrepentido, tú no lo desprecias”, y es que cuando tomamos la decisión de reconciliarnos con Dios y salimos a su encuentro para pedir su perdón, nos encontramos con que Él ya ha salido en nuestra búsqueda y está listo y dispuesto a abrazarnos con su misericordia.

La vida cotidiana está cargada de dificultades y sufrimientos, te invito a acoger el llamado de Jesús: “vengan a mí los que estén cansados y agobiados que yo les aliviaré”. Dios quiere nuestra felicidad, abramos el corazón para que con su amor podamos alcanzarla.

¡Vive Su Misericordia, construyamos fraternidad!
@enticonfio2012

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