sábado, 19 de mayo de 2012

MISERICORDIOSOS COMO EL PADRE DEL CIELO


En el evangelio Jesús nos muestra la condición necesaria para heredar la vida eterna: “No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre que está en los Cielos” (Mateo 7, 21). Pareciera ser una amenaza, pero en realidad es una invitación a vivir el gozo del cielo desde nuestra vida mortal, pues quien vive unido al Padre, vive de manera anticipada y como por destellos de luz la alegría de estar unido al Padre.
Muchas veces nos preguntamos, cuál  será la voluntad de Dios en nuestras vidas, y Jesús es muy claro al respecto: “que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo lo resucite el último día” (Juan 6, 40). Creer en Jesús no es simplemente decir que tenemos fé, asistir a misa o hasta rezar todos los días, creer en Él significa también creer en su palabra y en consecuencia actuar en nuestra cotidianidad.
Dicen que las personas que han logrado vivir en ésta íntima unión con Dios, no temen ni a la muerte ni al juicio, pues ya viven la certeza del que ama y confía plenamente en su Padre.  Sin embargo en el evangelio de San Mateo, capítulo 25, Jesús nos ofrece de manera muy clara cuales serán las preguntas que al momento de presentarnos ante Dios nos van a hacer para poder entrar al cielo.
El cristiano tiene el deber de practicar las obras de misericordia, las que lamentablemente son desconocidas por la gran mayoría de nosotros. La Iglesia como madre y maestra nos enseña que existen 14 obras de misericordia, 7 corporales y 7  espirituales.
Las obras corporales son: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, dar albergue al peregrino, visitar al prisionero, visitar al enfermo y enterrar a los muertos; y las obras espirituales son: corregir al que se equivoca, instruir al ignorante, consolar al afligido, soportar con paciencia los errores de los demás, perdonar toda injuria, orar por los vivos y por los muertos y dar consejo al que lo necesita.
Jesús dijo a Santa Faustina: “exijo de ti obras de misericordia que deben surgir del amor hacia mi. Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo, ni excusarte, ni justificarte”.
En la próximas semanas estaremos profundizando en lo que debe ser nuestra vivencia como cristianos y la edificación del Reino de Dios en medio del mundo.

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