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En los mandamientos de la ley
de Dios se nos dice que debemos amarle a Él sobre todas las cosas, y en más de
una ocasión he escuchado a personas decir que efectivamente Dios es lo más
importante en sus vidas. Sin embargo
como dice el refrán popular: “del dicho al hecho, hay mucho trecho”.
En la vida de Jesús es muy
frecuente encontrar los pasajes donde se retiraba a orar, incluso sus
discípulos le piden en una ocasión que les enseñe a orar, petición que es
atendida por Él de inmediato.
La oración es el tiempo por
excelencia que dedicamos a estar con Dios, en el cual no sólo dialogamos con
Él, sino y sobre todo, nos dejamos amar por Él.
Si abrimos nuestro corazón a Dios con sinceridad y humildad, sin duda
alguna Él vendrá a nuestro encuentro, y su palabra se hará vida en
nosotros. No importa si somos santos o
pecadores, pues “un corazón contrito y arrepentido, Señor tú no lo desprecias”
(Salmo 51,19). Muchas veces nos vemos
aturdidos por el quehacer cotidiano, por los problemas del día a día, por nuestros
propios conflictos internos, ante lo cual Jesús nos dice: “vengan a mí todos
los que estén cansados y agobiados, y yo les daré descanso” (Mateo 11, 28).
La oración debe ser para el
cristiano una de las principales riquezas, la Madre Teresa de Calcuta decía que
todo lo que ella hacía no era posible sin la fuerza de la oración.
Cuando oremos no perdamos
nunca de vista que aunque no podamos ver a Dios, Él si no está viendo a
nosotros, nos escucha y ante su presencia las realidades se transforman. Nuestra angustia se convierte en paz, nuestras
oscuridades se disipan, nuestras debilidades en fortaleza y nuestra soledad en
compañía de aquel que es el Amor mismo.
Si realmente deseas que Dios
sea lo primero en tu vida, pues fuera de Él no existe verdadera felicidad, no
pongas barreras a la oración, dedica aunque sea un breve instante diariamente
para dialogar con Él, como un pequeño se acerca al regazo de su madre para
reposar. No siempre lo que pedimos a Dios nos es concedido, pero lo que si
ocurre siempre es que en la oración nuestras angustias se transforman en paz.
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